La psicomotricidad es una práctica que acompaña el desarrollo de niñas y niños desde el cuerpo, el movimiento, el juego y la relación. A través del juego libre y el placer de moverse, expresan lo que sienten, elaboran sus vivencias, construyen su identidad y desarrollan sus capacidades.
En Amalur somos especialistas en Práctica Psicomotriz Aucouturier, que confía profundamente en la capacidad del juego para favorecer la maduración emocional, cognitiva, relacional y simbólica. Esta práctica no busca enseñar habilidades concretas, sino ofrecer un espacio donde cada niña y cada niño pueda ser, hacer, sentir y crecer a su ritmo.
El/la psicomotricista no dirige el juego ni propone actividades cerradas: observa, escucha, sostiene. Es una presencia atenta, disponible, que crea un marco de confianza y seguridad. Desde esa actitud, se posibilita un proceso en el que el cuerpo puede hablar, el movimiento comunica lo que las palabras no alcanzan, y el juego se convierte en un canal de expresión y sentido.
La psicomotricidad está dirigida tanto a niños y niñas que atraviesan su desarrollo sin dificultades, como a aquellas que presentan inseguridades, miedos, dificultades de regulación emocional, de relación o de expresión corporal y simbólica. Acompañamos estos procesos desde la confianza, sin juicios ni etiquetas.
Ofrecemos dos formas de acompañamiento: psicomotricidad preventiva, dirigida a la maduración global y el bienestar; y psicomotricidad terapéutica, cuando hay señales de malestar o dificultades que afectan al desarrollo o a la vida cotidiana.
Este tipo de acompañamiento está dirigido a niños y niñas que no presentan dificultades específicas, pero para quienes es importante disponer de un espacio de juego libre, movimiento y expresión acompañada, como parte natural de su crecimiento.
Las sesiones se realizan en grupos pequeños de edad homogénea, lo que permite a cada participante encontrar su lugar entre iguales, relacionarse, explorar los límites del propio cuerpo, probar nuevas posibilidades y afianzar su identidad dentro de un entorno cuidado.
La psicomotricidad preventiva busca favorecer la construcción de seguridad interna, autonomía, equilibrio emocional y apertura al otro. El grupo, el espacio y la mirada del/la psicomotricista ofrecen las condiciones necesarias para que el juego y el movimiento sean verdaderas experiencias de crecimiento.
Muchos de los desafíos del desarrollo no requieren soluciones directas, sino vivencias significativas que el cuerpo pueda integrar: ser mirado sin juicio, poder equivocarse, atreverse a probar, ser parte de un grupo… Esa es la esencia de este trabajo.
En algunos momentos del desarrollo, los niños y niñas pueden mostrar malestar a través de su juego, su cuerpo o su forma de estar en el mundo. A veces lo hacen desde la agitación o el desafío, otras desde el silencio o la inseguridad… Estas manifestaciones pueden ser la expresión de un sufrimiento emocional, de un bloqueo interno o de una vivencia que no han podido procesar.
La psicomotricidad terapéutica ofrece un espacio individual o en pequeño grupo (2 a 4 niños/as, acompañados por una o dos psicomotricistas), donde poder expresar, elaborar y transformar esas dificultades de forma respetuosa y segura.
Esta intervención está especialmente indicada en casos como:
Experiencias vitales complejas:
Duelo, separación o divorcio, adopción, hospitalización, cambios importantes en el entorno.
Diagnósticos o situaciones clínicas:
TEA, TDAH, ansiedad, mutismo selectivo, hiperlaxitud, enuresis, encopresis, trastornos del lenguaje o del desarrollo, retraso motor.
Retos en el proceso madurativo:
Prematuridad, dificultades en la gestión emocional, inseguridad, miedos intensos, inhibición, conductas disruptivas.
Dificultades en el vínculo o en la relación con iguales:
Aislamiento, agresividad, dependencia excesiva, dificultad para jugar o para sostener el contacto con otros.